septiembre 20, 2008

1985, no tuvo tiempo.

Hace 23 años, un 19 de septiembre, desayunaba con mi prima Fabiola un delicioso licuado de chocolate, eran como las 7:15 am y mi abuelita preparaba la carreola con la que cargaba nuestras mochilas para llevarnos a la escuela, mientras que mi abuelo miraba el noticiero y se preparaba para ir a trabajar.
Depronto, comenzé a marearme, todo se movía y tenía una sensasión súper rara que no comprendía en lo más mínimo, mi licuado se cayó sobre la mesa, el de Fabi también, miré hacia el techo y el foco se columpeaba golpeándolo con fuerza.

Mi abuelita asustada gritó que estaba temblando, ella se petrificó y comenzó a rezar, yo sin enteder nada, sólo sentí que mi abuelo nos tomó y nos llevó a la puerta de la casa. Afuera, todo se movía con violencia, un árbol frente de mi se azotaba de lado a lado, un auto rojo se mecía y los cables de luz chocaban entre sí sacando chispas.

Corte a, mi abuelita nos llevó a la escuela, no había clases y eso me hizo feliz, sin embargo, duró poco, pues el resto del día sólo eran noticias raras de edificios demolidos, gente muerta en todas partes y momentos de tensión, pánico y tristeza de mis tíos que conforme fueron llegando a la casa, contaban haber perdidos a sus amigos y haber visto escenas dantescas en sus camino.

El terremoto de 85 se llevó a millones de mexicanos, de defeños, entre ellos a un artista que admiro mucho y con quien crecí musicalmente hablando... Rockdrigo González.

Este güey, fué un compositor que dejó un legado muy importante para le rock mexicano, sus letras eran metáforas urbanas, freudianas y de protesta muy particulares, su música era el rock y el folk, con guitarra y armónica, era un tipo raro que cantaba en la calle, en el camión y en el metro, pero a diferencia de lo que pudieran creer, el cuate era un tipo muy culto, que además de conocer muy bien a su país y en especial la ciudad que adoptó (el DF), conocía la cultura musical de Estados Unidos, Francia e Inglaterra gracias a los viajes que hizo a esos países.

El vivió e la calle Bruselas, en la colonia Juárez, y ahí fue que murió también, a causa del terremoto que derribó su edificio.

Rockdrigo me inspira, y es una lástima que en mi círculo social actual no pueda compartir su música; es curioso entender la música de Rockdrigo y compartirla con miles de defeños, y con nadie a la vez. Hoy, quiero dejarles una rola en particular que es bellísima, tan bella como las calles de mi ciudad, la Ciudad de México. Sé que pocos, podemos ver esa belleza.

Encuéntrala.

>> Rockdrigo González - "No tengo tiempo (de cambiar mi vida)"


"No tengo tiempo (de cambiar mi vida)"
Cabalgo sobre sueños innecesarios y rotos
prisionero iluso de esta selva cotidiana,
y como hoja seca que vaga en el viento
vuelo imaginario sobre historias de concreto.
Navego en el mar de las cosas exactas,
voy clavado en momentos de semánticas gastadas
y cual si fuera una nube esculpida sobre el cielo
dibujo insatisfecho mis huellas en el invierno.

Ya que yo, no tengo tiempo de cambiar mi vida
la maquina me ha vuelto una sombra borrosa
y aunque soy la misma puerta que han negado tus ojos
se que aun tengo tiempo para atracar en un puerto.

Camino automático en una alfombra de estatuas,
masticando en mi mente las verdades más sabidas
y como un lobo salvaje que ha perdido su camino
he llenado mis bolsillos con escombros del destino.
Sabes bien que manejo implacable mi nave cibernética,
entre aquel laberinto de los planetas muertos
y cual si fuera la espuma de un anuncio de cerveza
una marca me ha vendido ya la forma de mi cabeza.

Ya que yo no tengo tiempo de cambiar mi vida,
la maquina me ha vuelto una sombra borrosa
y aunque soy la misma puerta que han negado tus ojos (si)
se que aun tengo tiempo para atracar en un puerto.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Casi lloro con esa canción, de mis mejores discos de la historia del rock, distante-instante otra rola memorable.

Saludos desde Guanatos.

Anónimo dijo...

Buen tamaulipeco el buen Rockdrigo; sólo le sería dado escribir de esa ciudad a quien no es de ella y por ende, goza de mayor ángulo para observarla. Es una lástima que sus canciones (ya en el tiempo de Rockdrigo sucedía; él mismo lo lamentaba) caigan en una fetichización resultado de percepciones triviales. Espero, en verdad, como muchos esperamos, que el gran Rockdrigo sea revalorado al nivel que merece.

Pd. Ah! Y que su hija pendeja deje de "cantar". (Qué bien se ve que la creatividad no va en los genes!)